viernes, 26 de noviembre de 2010

napoleón, que no bonaparte.

Napoleón, al casarse con Maria Luisa, se convirtió en sobrino político de Luis XVI, pues su nueva mujer era sobrina de Maria Antonieta. Curioso, no?
Al proclamar el Imperio mediante plebiscito no abolió la República, (Dios libre a quien hable mal de la República a un francés -toma nota Luis Felipe) sencillamente él pasó a ser nombrado emperador.
Se consideraba fundador de la cuarta dinastía francesa, a saber: los merovingios, los carolingios, los capetos y los bonaparte.




Carlomagno fue el fundador de Europa, y Napoleón pretendía refundarla, iluminarla con la implantación de sus ideas, bajo su poder, evidentemente. En la búsqueda de similitudes con Carlomagno, realizó la famosa ceremonia de Notre Dame en dos fases: el papa le ungió, pasando a ser elegido por Dios, y él mismo se coronó, en una especie de separación de actos, como había hecho por primera vez Carlomagno. En esa ceremonia, dicen que alguien escuchó entre los hermanos Bonaparte la frase: "si nuestro padre nos viera..."
Desde la proclamación como emperador, Napoleón dejó de utilizar Bonaparte como su nombre, pues era la forma usual de llamar a los generales, por su apellido, y pasó a utilizar sencillamente su nombre, Napoleón, como hacían los auténticos reyes.
Mas absoluto que cualquier rey absoluto, (pues el rey absoluto veía recortados en cierta manera sus poderes ante los privilegios de los nobles, además de tener que rendirle cuentas a Dios, que no es mucho, pero es algo) su legislación no tuvo porqué ser de naturaleza buena. Muchos historiadores separan sencillamente el absolutismo y sus pensadores como algo oscuro, rancio, negativo, y todo lo posterior a la Revolución como algo brillante. Es un análisis bastante simple. Napoleón no tiene nobles de rancios privilegios que deba respetar, de hecho inventa una nueva familia imperial y una nueva nobleza que no dejará nunca de ser mirada por encima del hombro, además, al ser elegido por el pueblo, Napoleón tampoco cuenta para nada con Dios (excepto por su concepción utilitarista de la religión como unificadora de la nación y legitimadora del poder, plasmada en el concordato con pio VII), los franceses le han dado carta blanca.
El concordato se mantendrá cien años, y terminará por cimentar la unión de la iglesia francesa a la República. Napoleón impuso en el concordato la obligación de los religiosos de prestar un juramento de lealtad a la República, y de hacer un ruego especial por ella en cada misa.


En otro orden de cosas, estos días tengo la sensación de que el mundo está al borde del precipicio.

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