miércoles, 30 de junio de 2010

Nietzsche

Creo que los animales ven en el hombre un ser igual a ellos que ha perdido de forma extraordinariamente peligrosa el sano intelecto animal, es decir, que ven en él al animal irracional, al animal que ríe, al animal que llora, al animal infeliz.

Friedrich Nietzsche





Comptine D'un Autre Ete: L'apres Midi by Yann Tiersen

viernes, 25 de junio de 2010

un impossible rêve

En junio de 1971, en el Congreso de Epinay, François Mitterrand se convirtió en primer secretario del Partido Socialista consiguiendo el apoyo de las fuerzas de su partido que constituían las minorías. Así se unificaron todas las tendencias socialistas francesas.

En ese Congreso declaró:

"La rupture avec «toutes les puissances de l’argent, l’argent qui corrompt, l’argent qui achète, l’argent qui écrase, l’argent qui tue, l’argent qui ruine, l’argent qui pourrit jusqu’à la conscience des hommes»."

"La ruptura con todos los poderes del dinero, el dinero que corrompe, el dinero que compra, el dinero que aplasta, el dinero que mata, el dinero que arruina, el dinero que pudre hasta la conciencia de los hombres"

Deberíamos plantearnos si estamos dispuestos a entregar sin levantar la voz lo que verdaderamente representa una democracia. Asistimos impasibles al llamado triunfo de la oligarquía. Yo también comparto el que las relaciones incestuosas entre el dinero y la política deben ser erradicadas.





Rêver un impossible rêve
Porter le chagrin des départs
Brûler d'une possible fièvre
Partir où personne ne part
Aimer jusqu'à la déchirure
Aimer, même trop, même mal,
Tenter, sans force et sans armure,
D'atteindre l'inaccessible étoile
Telle est ma quête,
Suivre l'étoile
Peu m'importent mes chances
Peu m'importe le temps
Ou ma désespérance
Et puis lutter toujours
Sans questions ni repos
Se damner
Pour l'or d'un mot d'amour
Je ne sais si je serai ce héros
Mais mon coeur serait tranquille
Et les villes s'éclabousseraient de bleu
Parce qu'un malheureux
Brûle encore, bien qu'ayant tout brûlé
Brûle encore, même trop, même mal
Pour atteindre à s'en écarteler
Pour atteindre l'inaccessible étoile.

martes, 22 de junio de 2010

Máximo Cajal


Así sucedió más tarde, cuando se impuso el pensamiento único transatlántico, el maniqueismo aplicado a las relaciones exteriores de España. Aquella doctrina neoconservadora de importación se tradujo también en un golpe de timón, en la indisimulada animadversión hacia Francia y Alemania, tildadas de países arrogantes y sin escrúpulos que osaron plantar cara a Estados Unidos con ocasión de la guerra de Iraq. Hacia Francia en particular, resabio del pasado franquista, de aquel grito del fascista Ernesto Giménez Caballero asomado al collado de los Belitres, "España, tras dos centurias de agonías, de bofetadas, de renunciaciones, de ofensas y de lágrimas en silencio, acababa de contestar a los descendientes del conde de Harcourt: ¡Señores: hay Pirineos!" Una inversión de la sentencia de Pascal. La Verdad, con José María Aznar, estaba definitivamente de este lado de la montaña.

Sueños y pesadillas. Memorias de un diplomático.
Máximo Cajal.

lunes, 21 de junio de 2010

clemenceau




Mi impresión última y más viva es de una escena semejante: el presidente y el primer ministro, en el centro de una multitud agitada y de una babel de sonidos; una mezcolanza de compromisos ansiosos e imprevistos y de contracompromisos; ruidos y furias sin significación sobre cualquier cuestión en realidad, y olvidados y abandonados los grandes enunciados de la reunión de la mañana... y Clemenceau, silencioso, y alejado mientras no estaba en litigio nada que afectara a la seguridad de Francia, dominando, como en un trono, con sus guantes grises, en un sillón de brocatel, con el alma seca y vacía de esperanzas, muy viejo y cansado pero vigilando la escena con un aire cínico, casi desdeñoso y malicioso; y cuando al fin se restablecía el silencio, y cada cual volvía a su sitio, resultaba que él había desaparecido.

Sentía respecto a Francia, lo que Pericles de Atenas: lo único que valía la pena estaba en ella; lo demás no tenía ningún interés; pero su teoría política era la de Bismarck. Tenía una ilusión: Francia; y una desilusión: la Humanidad, incluyendo a los franceses y no menos sus colegas.

Las consecuencias económicas de la paz.
John Maynard Keynes.





jueves, 17 de junio de 2010

veduta del fiume




¿No es fascinante la fotografía?




martes, 15 de junio de 2010

las madres terribles, levantaron la cabeza.....



Federico Garcia Lorca

- Llanto por la muerte de Ignacio Sanchez Mejias
- La cogida y la muerte

A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.

Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones de bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde
cuando la plaza se cubrió de yodo

a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en Punto de la tarde.

Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.

El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!


















-La sangre derramada.

¡Que no quiero verla!

Dile a la luna que venga,
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.

¡Que no quiero verla!

La luna de par en par,
caballo de nubes quietas,
y la plaza gris del sueño
con sauces en las barreras

¡Que no quiero verla!
Que mi recuerdo se quema.
¡Avisad a los jazmines
con su blancura pequeña!

¡Que no quiero verla!

La vaca del viejo mundo
pasaba su triste lengua
sobre un hocico de sangres
derramadas en la arena,
y los toros de Guisando,
casi muerte y casi piedra,
mugieron como dos siglos
hartos de pisar la tierra.
No.
¡Que no quiero verla!

Por las gradas sube Ignacio
con toda su muerte a cuestas.
Buscaba el amanecer,
y el amanecer no era.
Busca su perfil seguro,
y el sueño lo desorienta.
Buscaba su hermoso cuerpo
y encontró su sangre abierta.
¡No me digáis que la vea!
No quiero sentir el chorro
cada vez con menos fuerza;
ese chorro que ilumina
los tendidos y se vuelca
sobre la pana y el cuero
de muchedumbre sedienta.
¡Quién me grita que me asome!
¡No me digáis que la vea!

No se cerraron sus ojos
cuando vio los cuernos cerca,
pero las madres terribles
levantaron la cabeza.
Y a través de las ganaderías,
hubo un aire de voces secretas
que gritaban a toros celestes,
mayorales de pálida niebla.
No hubo príncipe en Sevilla
que comparársele pueda,
ni espada como su espada,
ni corazón tan de veras.
Como un rio de leones
su maravillosa fuerza,
y como un torso de mármol
su dibujada prudencia.
Aire de Roma andaluza
le doraba la cabeza
donde su risa era un nardo
de sal y de inteligencia.
¡Qué gran torero en la plaza!
¡Qué gran serrano en la sierra!
¡Qué blando con las espigas!
¡Qué duro con las espuelas!
¡Qué tierno con el rocío!
¡Qué deslumbrante en la feria!
¡Qué tremendo con las últimas
banderillas de tiniebla!

Pero ya duerme sin fin.
Ya los musgos y la hierba
abren con dedos seguros
la flor de su calavera.
Y su sangre ya viene cantando:
cantando por marismas y praderas,
resbalando por cuernos ateridos
vacilando sin alma por la niebla,
tropezando con miles de pezuñas
como una larga, oscura, triste lengua,
para formar un charco de agonía
junto al Guadalquivir de las estrellas.
¡Oh blanco muro de España!
¡Oh negro toro de pena!
¡Oh sangre dura de Ignacio!
¡Oh ruiseñor de sus venas!
No.
¡Que no quiero verla!
Que no hay cáliz que la contenga,
que no hay golondrinas que se la beban,
no hay escarcha de luz que la enfríe,
no hay canto ni diluvio de azucenas,
no hay cristal que la cubra de plata.
No.

¡¡Yo no quiero verla!!

jueves, 10 de junio de 2010

Felices años 20





-¿Entiendes por qué el precio del marco alemán subió de repente, cuando había estado bajando? Me refiero al precio en el mercado de Amsterdam -dijo Christoph.

-Sí. Porque el Reichbank empezó a comprar, para estabilizar...
-Sí, trataron de estabilizar. Gastaron un montón de oro en Amsterdam para comprar marcos, para que el marco subiera. Pero, como les costó demasiado tuvieron que parar y el marco empezó a caer otra vez. Durante unos días, gente que había comprado marcos baratos, como tú, pudo venderlos con una buena ganancia.
-Sí, eso lo entiendo.
-Muy bien. ¿Y cómo supones que algunas personas, como el doctor Strassburger, sabían exactamente hasta dónde estaba dispuesto a estabilizar y exactamente en qué momento dejaría de hacerlo?
Miré desconcertado a Christoph.
-¿Acaso lo sabía él de antemano?
Sonrisa helada.
-Por supuesto, nuestra sucursal de Amsterdam es el agente del Reichbank en los Paises Bajos que se ocupa de llevar a cabo las operaciones de estabilización en Amsterdam. Un observador cínico podría sospechar, por tanto, que alguien del Gendarmenmarkt se enteró de las instrucciones dadas por el Reichbank antes de que éstas fueran puestas en práctica.
-¿Y dices que eso no es ilegal?
-Según los abogados más caros de Berlín y de Amsterdam, no hay leyes ni normas que lo prohíban.
-Pero... ¿por qué no las hay?

Una princesa en Berlín, de Arthur R.G. Solmssen.

Llevaba tiempo detrás de este libro, y ha merecido la pena. Muy bueno.





música de Romeo Nelson: getting dirty, y Cripple Clarence Lofton: Boogie woogie.